¿Amortiguación o reactividad, ligereza o protección? ¿Cómo elegir las zapatillas para correr?
29/04/2021
Seguramente todos hemos pasado la etapa de ‘novatos’ en la que compramos nuestro primer par de zapatillas para correr porque estéticamente nos gustaban. Pero más allá de colores y formas, las zapatillas de running tienen una finalidad específica: protegernos de los impactos y ayudarnos a dar la siguiente zancada.
Claro está, hay muchos tipos de zapatillas diseñadas de forma diferente en función de si buscamos el máximo de amortiguación, una mayor reactividad para impulsarnos, un mínimo peso para aligerar nuestra zancada y permitirnos arañar décimas de segundos a nuestros registros… Pero lo que debemos tener claro es que es difícil encontrar un balance adecuado entre ligereza y máxima amortiguación. Por lo general más protección suele ser sinónimo de más peso en nuestros pies. Pero… ¿Cómo saber conjugar estos parámetros a la hora de elegir nuestras próximas zapas?
Al igual que los sistemas de entrenamiento evolucionan, las zapatillas de última generación también son mucho mejores que las que había hace 10 ó 15 años. Hoy sabemos que no hace falta sumar tantos kilómetros como antes para lograr buenas marcas, pero también tenemos la constatación de que unas buenas zapatillas pueden proteger nuestras articulaciones y músculos del excesivo castigo que a veces nos llevamos con tantos entrenamientos y carreras.
Lo ideal es disponer de varias zapatillas en función del entrenamiento/competición que hagamos. Es decir, deberíamos tener unas zapatillas amortiguadas para los entrenamientos largos o los rodajes suaves, unas zapatillas mixtas para entrenamientos ‘rápidos’ como intervalos largos, rodajes cortos a ritmos de competición o ‘tempos’ que incluso nos sirven para competir en carreras como medios maratones o 10km, y zapatillas ligeras o ‘voladoras’ para distancias cortas o para aquellos corredores peso ‘pluma’ que pueden usarlas en distancias cortas o en competiciones exigentes para intentar sacar el máximo rendimiento. Hoy en día, con la llegada de las placas de carbono a nuestras suelas se puede conjugar todavía mejor ligereza y propulsión máxima con amortiguación, pero estas zapatillas tienen un hándicap: su precio y su corta durabilidad (las puedes dejar inservibles en pocos kilómetros).
Si no quieres/puedes gastarte todo tu presupuesto en adquirir al menos unas zapatillas amortiguadas y otras de las denominadas ‘mixtas’, y sólo quieres tener unas, nuestra recomendación es que intentes hacerte con un par de las tope de gama de cada marca, especialmente si pesas más de 70-75kg, si corres mucho por asfalto y si tus ritmos son superiores a los 4’30” por kilómetro. La protección extra te vendrá de maravilla, tanto si eres pronador o tienes una pisada neutra. Si buscas mejorar tus sensaciones y rascar unos segundos valiosos lo ideal es que tengas unas mixtas que sólo uses en las competiciones y para los entrenamientos más exigentes. Así, además de adecuar tus ‘neumáticos’ a tus exigencias, irás alternando los dos pares de zapatillas y darás descanso a los materiales de amortiguación de la suela para que su desgaste sea menor que cuando usas la misma todos los días.
Si tu presupuesto te da para hacerte con una zapatilla de última generación de carbono, adelante, pero te recomendamos que la uses como usarías unas zapatillas mixtas o incluso de competición. Incluso si corres a diario con ellas al final ese plus que nos dan en competición acabarás dejándolo de notar tanto.