¿Sólo tienes unas zapatillas para correr?
13/07/2023
Los más veteranos en esto del running te dirán sobre la zapatilla que o bien es una tontería cambiarlas o que debes dejarlas ‘descansar’ al menos 24 horas entre uso y uso para que los materiales de la suela y media suela no se deformen y recuperen su estado pre carrera.
Dicho lo cual, seguramente ninguno de estos dos consejos tenga mucho sentido hoy en día. Los materiales ultra modernos se estropean por la acumulación de kilómetros y kilómetros (la vida media útil suele rondar los 600-800 kilómetros como mínimo) y no por dejar “descansar” las zapas como si fueran tus piernas. También está demostrado que tener una variedad de modelos y usarlos en función del entrenamiento, velocidad y distancia hará que rindas mejor y que protejas mejor y de forma más consistente tanto tu musculatura como tendones, ligamentos y huesos.
Ojo, hay mucho marketing en el mundo de las zapatillas, tal vez demasiado, y desde que las placas de carbono o de plástico han irrumpido en el mercado, todavía más.
Por resumir, los runners ‘populares’ podemos distinguir los tipos de zapatillas deportivas según la jerga más habitual:
-Voladoras: Aquellas zapas con una suela fina, que pesan muy poco y que sólo deberían usar corredores avanzados que van a intentar competir o entrenar a ritmos altos. Incluso ellos no deberían usar las ‘voladoras’ a diario, sólo casi para competir o para entrenamientos muy exigentes para simular ritmos de competición. Ojo que las zapas ‘voladoras’ tienen una durabilidad menor que las más acolchadas.
-De entrenamiento o rodadoras: Son esas zapatillas con suela ‘generosa’, en las que prima la amortiguación y la protección frente a la ligereza. Especialmente indicadas para corredores que superan los 60-65 kilos, o para todos los que tienen que acumular kilómetros y entrenamientos a ritmos menores que los de competición. Cuidado porque aquí sí que debes dejarte guiar por un experto que te indique si eres pronador, neutro, supinador…
-Mixtas: Son unas zapatillas a mitad de camino entre las de entrenamiento y las voladoras, ideales para hacer nuestros entrenamientos de series, intervalos, fartleks o incluso competir en carreras desde 5k hasta medio maratón (o incluso maratón si eres un corredor rápido y no muy pesado). Si tus ritmos son tranquilos, lo ideal es que alternes las zapatillas amortiguadas para tus rodajes cómodos y tiradas largas y tengas otras zapatillas para esos días en los que compites, haces un entrenamiento de calidad o simplemente quieres tener más ligereza para ganar sensaciones.
-Trail: Hay muchos tipos de zapatillas dentro de la categoría de “trail”, porque las hay muy ligeras para competir, más amortiguadas para sumar kilómetros por carriles o montaña… Pero lo que las diferencia es, entre otras cosas, la suela específica con tacos y un perfil más específico para traccionar y agarrar mejor en terrenos complicados (piedras, arena, barro…). Hay zapatillas de trail para competir en los famosos “kilómetros verticales”, las hay de carbono para optimizar el rendimiento, específicas para corredores neutros, pronadores
-Carbono: Desde hace unos pocos años muchas zapatillas incorporan placas o barritas de carbono (también de plástico o de nylon) para propulsar mejor y ayudar a despegar en cada zancada. Como te hemos explicado con las de trail, ya hay todo tipo de zapatillas que incorporan estas placas para un uso más agresivo o de búsqueda de rendimiento o menos agresivas, incluso para entrenar casi a diario con ellas. Las hay más reactivas, menos, más específicas para los atletas de élite que con su zancada más eficiente y de metatarso les ayuda a correr más rápido, y las hay para aquellos runners que ‘talonamos’ o aterrizamos en cada zancada con el talón.
Nuestra recomendación es que tengas, al menos, un par de zapatillas para entrenar, que puedes ir alternando, unas de trail si vas al monte o corres por terrenos técnicos, y unas zapatillas mixtas para los días de series o las competiciones en las que quieras exprimirte.
Eso sí: intenta tener apuntados los kilómetros que recorres con cada par, para jubilarlas en cuanto ronden los 800-1000 kilómetros. Tu cuerpo te lo agradecerá.