Siempre por tierra, evita el asfalto
13/01/2021
El asfalto es una superficie mucho más lesiva para nuestra musculatura, articulaciones y tendones que la tierra. Un camino de tierra compactada es mucho mejor para nuestras piernas que cualquier calle asfaltada. Entrenar en un parque o en el campo es lo mejor para evitarnos dolores y molestias. Las fascitis plantares, las periostitis (y otras lesiones típicas de los que se inician en el mundo del running) se pueden mitigar e incluso evitar si eliges correctamente la superficie donde correr. Es especialmente ‘dañino’ o potencialmente peligroso para las personas que empiezan a practicar la carrera, ya que su estructura ósea, articular y su musculatura están menos entrenadas. La veteranía es un grado, incluso para el running.
Las superficies duras como el asfalto, las aceras, el hormigón… devuelven el impacto a nuestras piernas en cada paso que avanzamos. Y, ojo, reducir ese impacto no es sólo cuestión de elegir dónde correr, si no que también podemos mejorar con nuestra técnica de carrera, o incluso intentando hacer “menos ruido” en cada zapatazo que damos al aterrizar el pie en el suelo, esto provocará una readaptación que nos hará trabajar de forma más eficiente.
De cualquier forma, si no te queda más remedio que correr siempre o casi siempre por asfalto debes tener especial cuidado tras retomar la actividad tras un parón por lesión, vacaciones… intentando no pasarte con los kilómetros y sumando entrenamientos sin excesos y de forma progresiva, aumentando sólo un 10% el total de km semanales cada 7 días.
El asfalto devuelve a nuestras piernas casi toda la energía del impacto de la zancada en el suelo, así que nuestra musculatura y nuestras articulaciones de tobillo, rodilla y cadera acaban reabsorbiendo toda esa fuerza. Por tanto, todo lo que sea mitigar el efecto demoledor de estas superficies sobre nuestro cuerpo supone evitar molestias y sobrecargas de todo tipo.
Correr por tierra facilitará la recuperación de nuestro organismo, pero incluso es bueno en términos de seguridad: supone menos atropellos y riesgos de colisión con otros peatones o vehículos. Aunque corras por zonas controladas, en el asfalto es más probable que compartas espacio.
Y si no te queda más remedio que entrenar sobre “el gris” de las calles de tu barrio, intenta trabajar específicamente el CORE para que tus lumbares y abdominales estén preparadas para lo que se les viene encima.